La reelección de Donald Trump marca el retorno de una política migratoria xenófoba y abiertamente fascista, diseñada no solo para intensificar la persecución de migrantes indocumentados, sino también para restringir significativamente las vías legales de inmigración.
Trump y sus seguidores han promovido narrativas racistas que incluyen historias falsas sobre haitianos comiendo mascotas o Puerto Rico siendo descrito como una “isla flotante de basura”.
Sin embargo, en este segundo periodo presidencial, gran parte del discurso sobre los peligros de la migración ha puesto su foco en los latinoamericanos, dejando de lado, por ahora, la islamofobia que marcó su primera campaña.
Lo que resulta paradójico es que Trump recibió un apoyo considerable de votantes latinos, en particular hombres – Trump ganó el 55 por ciento de los votos de los hombres hispanos a nivel nacional -. Si bien algunos atribuyen esta preferencia a su política económica, hay evidencia de que una parte de estos votantes latinos también comparte su postura sobre una inmigración más estricta.
Durante su primer mandato, Trump normalizó la retórica racista, implementó políticas fronterizas draconianas y violó abiertamente los derechos humanos de los migrantes.
Pero, ¿Qué implicaciones tiene este segundo mandato para los migrantes de América Latina? ¿Y cómo podrían estas políticas amenazar aún más la democracia en la región?
Este análisis de coyuntura examina las implicaciones del regreso de Donald Trump a la política estadounidense, destacando el impacto de su narrativa antiinmigrante, las consecuencias para la democracia en América Latina y la creciente polarización que alimenta su retórica xenófoba.